miércoles, enero 17, 2007

Como el vino


"No hay nada más bello que crecer, tener años, arrugarse...Nada mejor que tener hijos, nietos, acumular vida"

Hoy estaba segura que escribiría sobre la noche anterior, sobre las sensaciones que siento se me escapan por los poros, por la boca, por la sonrisa, pero no. No fue así. Y eso no significa que lo otro no me importe, nada que ver. El asunto es que leí esta frase y no pude no pensar en ella.
Su autora, la actriz Claudia Di Girolamo, que hoy me caí casi de culo cuando supe que cumplió 50 años pero luego al leer la entrevista no me pareció tan extraño. Alguien que piensa así claramente está muy bien y no solo por fuera sino principalmente por dentro.
Debo reconocer que ver a una mujer tan regia al cumplir esa cantidad de años además de sorprender causa un poco de envidia...ojala una se viera así a esa edad.
Pero luego caí en la cuenta en que tantos años no me faltan, o sea, faltan pero nunca tantos y tras eso otro pensamiento...tan mal tampoco estamos.
Sin embargo, y más allá de los primeros pensamientos no pude no sentirme orgullosa que por fin una mujer pueda lucir y asumir sus años en una sociedad donde solo los hombres parecen envejecer como el vino. Y no sólo asumir los años, sino también todo lo que eso conlleva: las arrugas, los hijos, los nietos...la vida.
Lo más curioso de esto es que realmente me sentí identificada, tal vez sea porque ya pasé los 35 y para muchos la vida tan solo puede irse cuesta abajo, tal vez sea porque tan solo debo esperar un poco más para que comiencen a aparecer arrugas o tal vez sea porque simplemente ya he acumulado suficiente vida como para sentir, al igual que ella, que acumular vida es lo más bello que nos puede pasar.
Recuerdo que a los 15 años odiaba verme tan pendeja y lo mismo me ocurrió cuando tuve al Damián, todos pensaban que aún estaba en el colegio. Después comencé a disfrutar la cara de niña pero solo hasta que encontré nuevamente pareja y creí que la vida ya estaba definida. Gran error, era solo el comienzo.
Y aquí estoy hoy, re-encantada conmigo misma, disfrutando a concho las energías que tengo, riéndome a carcajadas cuando me preguntan "qué estudias" o de la cara que ponen cuando digo que tengo un hijo de 15 años.
Es cierto, ya no somos las mismas de antes (como le comentó su nuevo amor a una amiga) pero no puedo no pensar: qué rico que ya no seamos las de antes. Nunca como hoy disfruté tanto de mi hijo, nunca como hoy me he sentido tan yo misma, nunca como hoy disfruto a concho cada minuto de la vida, hago lo que me gusta y estoy con quien quiero.
He hecho cosas que ni siquiera en sueños creí algún día llegar a hacer, he logrado cosas que nunca pensé conseguir y lo mejor es que aún siento que estoy sólo en la mitad del camino.
Claro, como todas mis amigas a veces me siento sola, a veces me gustaría despertar junto a alguien y repetir por siempre esas noches de locura pero que más da, no todas nacimos para eso, habemos algunas a las que tal vez el tren ya nos dejó (como me dijo una pendeja) o nunca encontraremos el príncipe de nuestros sueños o simplemente -como me dijeron hace poco- tan solo nos empeñamos en parecer mas frías e independientes de lo que realmente somos.