El ramo
"Si agarras el ramo, te prometo que me caso contigo"....dice el mensaje que recibí el sábado cuando me encontraba disfrutando junto a un amigo de la boda de su prima y un colega. Debo reconocer que aunque sabía que la frase "era broma" y respondía al consejo que amablemente me había dado mi nueva peluquera, obviamente no me dejó indiferente. Tanto fue que rompiendo la costumbre que ya arrastraba por años, cuando se procedió a tan tradicional momento me encaminé junto a "mi nueva amiga" de esa noche a la tediosa tarea de ponerse junto al grupo de otras chicas -y algunas no tanto- que ansiosas esperaban que se arrojara el codisiado ramito. Obvio que no hice ningún esfuerzo especial -ni físico ni mental- para alcanzar aquellas empaquetadas flores pero debo reconocer que sin querer queriendo no descarté la posibilidad que aquel ramito cayera milagrosamente en mis manos y haber podido decir al autor de aquel mensaje...ya pues, aquí tengo el ramo...¿cuándo nos casamos?
¿Qué habría ocurrido entonces...cuál habría sido su cara, su respuesta?...la verdad, y siendo sincera...ni idea. Supongo que lo primero que haría sería reir, después sorprenderse y solo al final creo que sentiría el peso de sus palabras...¿habrá pensado que cabía una mínima posibilidad que de verdad agarrara el ramo y que obviamente yo le cobraría la palabra...lo habrá pensado o realmente me conoce tanto que sabía de antemano que yo con suerte me pondría en el montón y vería como las demás saltaban y se esforzaban por agarrar el ramo...lo habrá sabido?. Mmmm, difícil saberlo, casi imposible saber qué pensó en ese momento o si -como lo creo- fue tan solo una broma.
Bueno, pero el asunto es que no agarré nada, tal vez solo agravé mi resfrío y un gran dolor de pies después de bailar toda la noche sobre unos insufribles tacones...cómo lo hacen todas aquellas mujeres que caminan y bailan sobre esos delgadas agujitas de varios centímetros de alturas. Yo con solo un par de horas me sentía morir.
En fin, estamos claros que ni los ramos ni las bodas son mi mundo y mucho menos mi destino pero a veces es bueno ponerse en la improbable posibilidad de ser alguna vez la protagonista de tan sobrevalorado momento, de decirle a quien te ha devuelto la alegría y los sueños...SÍ ACEPTO. Acepto vivir contigo el resto de mis años, compartir contigo mis noches y el poco tiempo libre que tengo en mis días. Acepto compartir contigo mis miedos pero también mis esperanzas, ser parte de tus desafíos pero también de tus alegrías, ayudarte a conseguir tus metas y ser parte de tu mundo como tú has entrado en el mío. Acepto amarte y respetarte porque tú me has enseñado a comprometerme y a cuidar aquello que me hace sentir bien. Acepto morir a tu lado o que tú mueras junto a mi porque no encuentro paz en otros brazos y porque hace mucho tiempo me di cuenta que nunca nadie me mostró el mundo cómo lo haces tú y porque hoy no tengo dudas que si hubiera agarrado el ramo sería en este momento la mujer más feliz del mundo.
Nota de la Redacción: Esta historia es ficción. Cualquier semejanza con un hecho real es mera coincidencia.