Ahora sin limbo
Cuando estaba en la básica, en una modesta escuelita de barrio, la ex 49, una maldita profesora de música una vez me preguntó si era bautizada y yo inocentemente le dije que no. Entonces, y generando mi sorpresa y consternación me respondió diciendo: ah!!!!, entonces eres como un perro y un gato, un simple animal sin alma....Recuerdo la mirada de mis compañeros, era la propia imagen del horror...una niña sin alma que arderá en los fuegos del infierno por no ser bautizada.
Aún recuerdo el impacto que me provocó aquella noticia...no debí tener mas de 8 años y sin embargo me enfrenté cara a cara con mis triste realidad...no podría gozar de la maravilla del cielo o la vida eterna como el resto de mis compañeros.
Aunque siempre me preocupé de demostrar que el temita no me importaba, nunca pude superarlo del todo...sobre todo cuando con los años mi fui enfrentando cada vez de manera más real con la inevitable mortalidad.
Pero curiosamente, el tiempo sin querer también se ha encargado de calmar mi atormentada conciencia...Primero fue la eliminación del cielo, después del infierno y ahora nada menos que el limbo. Sí, aquel lugar extraño donde se supone iban los niños muertos que no habían sido bautizados...aquel lugar donde según mi profesora de música habría vagado mi no-alma de haber muerto mientras era una infante.
Si bien en el fondo creo que gran parte de la gente sabía que esos lugares no existían, me provoca una sensación extraña comprobar que ni siquiera quienes planteaban el asunto se creían el cuento...para qué entonces, para qué nos metieron esas ideas en nuestras cabecitas desde que éramos unos tiernos engendros, cuál era el objetivo de esas creencias, incorporar en nuestros cerebros ese temor inconciente a la muerte, al mal, a la culpa....no sé, de verdad no entiendo.
Para mi la iglesia siempre ha tenido la apariencia de esa bestia de siete cabezas que veía en unos libros religiosos que eran herencia de mi abuelita María Salomé, y hoy parece que esa bestia se ha hecho realidad porque nadie puede engañar de manera tan impune a decenas de generaciones sin que nadie los condene por aquello.
Qué diría hoy mi profesora de música al saber que el limbo no existe, que el cielo tampoco existía y mucho menos el infierno. Y qué hablar del alma, tal vez algún día nos digan que tampoco el alma existe, que somos todos hijos de un alienígena que andaba de parranda y se le ocurrió cagar la tierra....en fin, de esta iglesia se puede esperar cualquier cosa...una mentirita más no sería nada nuevo.